Allá donde va James Isaac, le sigue Mahe, incluso en la cama del hospital. El niño de 9 años sufre autismo y su relación con este precioso labrador negro le ayuda a sentirse seguro y en calma. Su enfermedad no le deja hablar y hace que se asuste con un simple roce o incluso ante el contacto visual con sus familiares.
Es tan importante el vínculo que los une, que se permitió la entrada de Mahe al hospital donde se le tenía que realizar a James una resonancia magnética para diagnosticar la causa de las convulsiones que el pequeño sufre.
Mientras James se quedaba dormido por el efecto de la anestesia general, Mahe no le quitaba ojo, tenía la misma expresión que con la mamá de James cuando estaban esperando a que terminaran las pruebas en la cafetería del hospital.
La llegada de Mahe a esta familia lo cambió todo, ya que además de equilibrar los estados de ansiedad por los que atraviesa James, también lo cuida. Recuerdan como una vez James corrió despavorido ante una calle concurrida de gente y Mahe decidió sentarse y quedarse quieto, ya que ambos están unidos a través de la correa, para mantener al pequeño a salvo.
Es fantástica la magia que nace entre los perros de asistencia y los niños autistas, éstos no son capaces de mirar fijamente a sus propios padres, pero si a su peludo mejor amigo!!